—¿No tienes hambre? —preguntó distraído.—No —no me apetecía mencionar que mi estómago ya estaba lleno de... mariposas. Miré el espacio vacío de la mesa delante de él—. ¿Y tú?—No. No estoy hambriento.No comprendí su expresión, parecía disfrutar de algún chiste privado.
Crepúsculo, Stephenie Meyer
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