lunes, 11 de junio de 2012

Estrellas en el cielo

Hace ya más de un mes desde que me cambié de teléfono móvil. Por fin tenía uno de última generación, de esos que te hacen de todo menos plancharte la ropa. ¿Sabéis qué fue lo primero que hice con él? Descargar el Google Sky Map y ponerme a buscar las constelaciones que había justo encima de mi habitación. Altair. No podía ser otra.

Cuenta la leyenda que Vega (Orihime en japonés), hija de Tentei y la Princesa Tejedora, tejía telas a orillas del río Amanogawa (la Vía Láctea). A su padre le encantan sus tejidos, y ella trabajaba cada día sin descanso para hacerlas. Sin embargo, a causa de su dedicación, a la princesa no le quedaba tiempo para conocer a alguien de quien enamorarse, lo cual la entristecía enormemente.

Preocupado por su hija, su padre concertó un encuentro entre ella y Altair (Hikoboshi en japonés), un pastor que vivía al otro lado del río Amanogawa. Cuando los dos se conocieron se enamoraron al instante y, poco después, se casaron. Sin embargo, una vez casados Vega comenzó a descuidar sus tareas y dejó de tejer para su padre, al tiempo que Altair prestaba cada vez menos atención a su ganado, el cual terminó desperdigándose por el Cielo. Furioso, el Rey Celestial separó a los amantes, uno a cada lado del Amanogawa, prohibiendo que se vieran. Vega, desesperada por la pérdida de su marido, pidió a su padre el poder verse una vez más. Su padre, conmovido por sus lágrimas, accedió a que los amantes se vieran el séptimo día del séptimo mes, a condición de que Vega hubiera terminado su trabajo.

Sin embargo, la primera vez que intentaron verse se dieron cuenta de que no podían cruzar el río, dado que no había puente alguno. Vega lloró tanto que una bandada de urracas vino en su ayuda y le prometieron que harían un puente con sus alas para que pudieran cruzar el río. Ambos amantes se reunieron finalmente y las urracas prometieron venir todos los años siempre y cuando no lloviera. Cuando se da esa circunstancia, los amantes tienen que esperar para reunirse hasta el año siguiente. (Wikipedia)

Los japoneses celebran todos los años en su honor el Festival de las Estrellas o Tanabata, derivada de la tradición china Qi xi. Hoy en día en Japón la gente suele celebrar este día escribiendo deseos, algunas veces en forma de poemas, en pequeños trozos de papel o tanzaku, y colgándolos de las ramas de árboles de bambú, a veces junto con otras decoraciones. El bambú y las decoraciones a menudo se colocan a flote sobre un río o se queman tras el festival, sobre la medianoche o al día siguiente. Esta costumbre se asemeja a la costumbre de los barcos de papel y velas del Bon Odori. Sin embargo, muchas zonas de Japón tienen sus propias costumbres para ese día, la mayoría relacionadas con costumbres locales para el mencionado Bon Odori. También existe una canción tradicional de Tanabata. Se celebran grandes festivales de Tanabata en muchos lugares de Japón, principalmente en centros comerciales y calles, que se decoran con grandes y coloridos banderines. (Wikipedia)

Si alguien tenía que haber en el cielo justo encima de mi cama, tenía que ser un amante desdichado.

1 comentario:

  1. De amantes desdichados están las historias llenas... Los amantes felices no dan ni para dos líneas, por eso no hay historias sobre ellos :P. De todas formas, qué don tienen los japoneses para sacar poesía de cualquier elemento natural ^^.

    Yo también me bajé el Google Sky Maps en cuanto tuve mi nuevo móvil, los primeros días andaba como una tonta por la calle con el móvil en alto, no sé cómo no me piñé XD.

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