martes, 13 de mayo de 2014

Se llama Verano

Bran se tocó la frente, entre los ojos. La zona que el cuervo le había picoteado aún le quemaba, pero no tenía nada, ni sangre ni herida alguna. Se sentía débil y mareado. Trató de salir de la cama, pero no pudo.
En aquel momento percibió que algo se movía junto al lecho justo antes de caer con agilidad sobre sus piernas. No sintió nada. Un par de ojos amarillos, brillantes como el sol, se clavaron en los suyos. La ventana estaba abierta y en la habitación hacía frío, pero la calidez que emanaba el lobo lo envolvió como un baño caliente. Bran se dio cuenta de que era su cachorro... ¿o no? ¡Le parecía tan grande...! Extendió un brazo para acariciarlo, la mano le temblaba como una hoja.
Cuando su hermano Robb irrumpió en la habitación, jadeante tras subir a toda velocidad los peldaños de la torre, el lobo huargo lamía el rostro de Bran. El niño alzó la vista, con calma.
—Se llama Verano —dijo.
Juego de tronos, George R. R. Martin

La princesa de Dorne y el Rey Gatón.

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