viernes, 8 de enero de 2016

Alas negras, palabras negras

Mucho hablar de la destitución de Rafa Benítez, la polémica de la Cabalgata de Carmena (y del tweet de la discordia) y de las (muy posiblemente) inminentes elecciones generales, pero poco de lo que realmente importa: George R.R. Martin nos ha fallado. Lo dijo él mismo en su no-blog el 2 de enero, para empezar bien el año. No tendremos Vientos de invierno antes de la sexta temporada de Juego de tronos. No rotundo. Sin bromas. Sin dobleces. Con mucho dolor.

Una y otra vez ha incumplido las fechas de entrega del manuscrito, hasta tal punto que le han dicho que ya lo termine cuando pueda. Cuando leí esto me imaginé el gigantesco suspirito de España que tuvo que emitir el editor mientras se le caía una lagrimita. Personalmente me da igual que saque el libro cuando le salga del papo siempre que el resultado sea bueno (y esto lo dice una defensora de Danza de dragones). Prefiero que sea antes que después, pero comprendo la tardanza, porque después de tantos años ya vamos conociendo a este buen hombre.

El problema real llegó con la serie. Allá cuando le entrevisté en 2012 todavía le quedaba cierta confianza para asegurar que la serie no alcanzaría a los libros, aunque se hiciera un poco el loco (trouble right here in River City). Una fútil esperanza que se fue volviendo más hueca a medida que transcurría el tiempo. En unos meses Juego de tronos se va a convertir en la primera serie que se adelante en trama al material original. Y eso da mucho vértigo.  Los lectores nos merecíamos algo más: nos vamos a comer spoilers a manos llenas, spoilers que "quizá o quizá no" aparezcan en los futuros libros. Tal que así:

El de azul es el espectador  medio y el de amarillo el lector, para evitar confusiones.
Hoy la serie se ha convertido en un fanfic mal hecho, y partiendo de que el propio Martin no tolera los fics de su obra, creo estar oyendo cabezazos contra la pared desde Nuevo México. Tuve la inmensa fortuna y el honor de conocer al tito Martin cuando era el de la foto, allá por 2008, y no la persona abrumada y superada por los acontecimientos que es hoy. De una vez para otra ya era palpable el coste que la serie había supuesto para él a nivel personal. Y me da pena, mucha pena, pero lo suyo me parece una falta de profesionalidad enorme por su parte. Después de más de once años en la compañía de sus libros, muchas páginas después sabemos que no es un autor que trabaje bien bajo presión. Nunca le he exigido que escriba para mí y, aunque se me hacen eternas las esperas entre sus libros, jamás le he criticado por eso. Pero como lectora que dejó de ser espectadora hace tiempo, creo que merecía seguir la historia por los libros y no a través de spoilers de gente con mucho tiempo libre y más mala leche.

Supongo que cientos de personas diciendo cada día en internet que te vas a morir de gordo y exigiendo que te dediques solo a escribir y que no pierdas tiempo en vivir (o respirar) tiene que quemar a cualquiera. Pero no olvidemos que las llamas de Rollón queman a todos por igual. O a casi todos.

Ánimo, tito.

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