Ocho años después, Mujeres desesperadas ha llegado a su final. No ha sido una gran temporada, y lejos quedaron las realmente buenas, pero estas cuatro mujeres han sido unas buenas compañeras de viaje durante tantos, tantos años. He reído, he llorado, he sufrido y he disfrutado muchísimo con ellas, y me han dado multitud de recuerdos. Amargos, dulces, tristes... Como no podía ser de otra manera, en la finale han recapitulado los eventos de la serie en una breve síntesis que ha recorrido estos ocho años. Y, de repente, han venido a mi memoria fragmentos de mi propia vida relacionados con la serie.
Empecé a ver Mujeres desesperadas con el corazón hecho trizas, tal y como la termino. Más o menos a la vez que Lost, aquella serie que, por entonces, nadie sabía muy bien cómo interpretar. Por aquel entonces todavía veía las series en español, grabadas de la tele, con mi hermano. Y después de cada capítulo corría a debatirlo al foro de Asshai y a elucubrar locas teorías sobre lo que los vecinos podrían ocultar en su Sendero a la Histeria. Ocho años de recuerdos, demasiados para compartirlos todos. Me acuerdo de aquel día, cuando trabajaba en la tienda Disney, y aparecí con los ojos como tomates porque había estado llorando a mares con el capítulo la noche anterior. O el día que intenté convencer a un amigo en la fiesta de un pueblo que tenía tan mala suerte con los hombres como Susan... y de cómo acabó aquello. No son malos recuerdos en su mayoría, aunque de algunos me había olvidado por completo, y es que ocho años dan para mucho. Pero es hora de crear nuevos recuerdos.
Hasta siempre, chicas. Gracias por haber sido tan buenas compañeras de viaje. Os echaré de menos.
Yes, sooner or later we must all grow up. No-one knows this better than the young.
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