Guau. Quince años. Quince Salones del Cómic de Madrid. Quince Expocómics que parece que empezaron ayer. El tiempo vuela a velocidad supersónica. Y lo grande y abrumador que me parecía todo esto los primeros años y lo pequeño e íntimo que me parece ahora... seguramente porque era una criaja cuando empecé a ir. El que recuerdo con más cariño fue el segundo, si mal no recuerdo, el que se celebró en el antiguo Palacio de los Deportes. Lo dedicaron a Star Wars y en cada rincón del pabellón podías encontrar un wookiee o una estatua de Yoda a tamaño real. Fue una auténtica pasada. Y fue la primera vez que pudimos tocar el parqué del Palacio, mi hermano casi se echó a llorar de la emoción. Aunque la edición que tuvo lugar en el Museo del Ferrocarril también fue muy guay, con las expos dentro de los trenes, incluida una de El Señor de los Anillos que recuerdo con mucho cariño. Aquello debió de ser allá por 2001...
Echo de menos aquellos tiempos en los que el Expocómic era casi como el Día de Reyes, cuando bajaba a comprar chuches mientras mi madre nos preparaba los bocatas a mi hermano y a mí para pasar todo el día pateando el Salón y viendo cosas que nunca podrías permitirte (¡qué impresión aquel traje de Stormtrooper de 200.000 pesetas!) y comprando otras tan chulas que ni siquiera sabías que existían (mi primera figura de Toy Biz de El Señor de los Anillos...).
... Pero ahora me traigo Totoros y Gatobuses a casa. Tampoco está nada mal.
PD.: Dos meses después, llega el otoño de verdad.
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