Cincuenta alumnos dormidos,
otros cincuenta en la inopia,
uno que escribe en la mesa
y otro que la mesa borra;
hay uno que despotrica
contra el que el tiempo le roba
y otro que, enamorado,
está escribiendo a su novia.
Veo uno por ahí
que bosteza y no se corta
y otro que, con perjuicio
de sus compañeros, ronca.
Tampoco falla aquel que
pinta majas como Goya,
y otro que, como no sabe,
está pintando la mona.
La mayoría cansados
de escuchar tantas historias
y de tener profesores
que hablan mucho y poco aportan.
David Álvarez
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