—¿Puedo deciros una cosa, alteza? Sois muy fría...
—No es verdad...
—... muy fría y muy joven, y si seguís viviendo, creo que os volveréis como la escarcha...
—¿Por qué me atormentáis así? He llegado a un acuerdo con la vida, y eso es asunto mío... Juro que no soy fría, pero he tomado ciertas decisiones, y es mejor que haga caso omiso de las emociones, porque no he sido feliz cuando las he sentido... —Su corazón era un jardín secreto con muros muy altos—. Amé una vez —dijo Buttercup al cabo de un rato—, pero me fue mal.
La princesa prometida, William Goldman (1973)
jueves, 24 de enero de 2013
Manos frías, corazón caliente
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario