Sonrió con languidez y dio unos golpecitos en la cama.
—Ven, siéntate. Habla conmigo.
—Como deseéis. —Missandei se sentó junto a ella—. ¿De qué queréis hablar?
—De tu casa —contestó Dany—. De Naath. De mariposas y hermanos. Háblame de lo que te hacía feliz, de lo que te hacía reír, de tus recuerdos más queridos; recuérdame que quedan cosas buenas en el mundo.
Danza de dragones, George R. R. Martin
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